MADRECITA ADORADA DE TODA MI VIDA
Pastillita para el Alma 05-05-12
Siempre he querido remontarme a las alturas, más arriba, donde vuela el águila o el cóndor. Sumergirme en las profundidades de los mares. Enterrarme
en la oquedad tenebrosa de la tierra. Esconderme de los ojos de los hombres y comulgar en la Paz que brinda nuestro encuentro con Dios, para preguntarle, con la humildad y el temor que me impone Su presencia: Cómo es que en su infinita sabiduría y misericordia, nos regaló para delicia de los humanos, a la MADRE, el ser más noble del universo, pero,… ¿por qué no la hizo inmortal?
Por qué, la obra más maravillosa de Su creación, sólo es un suspiro en nuestra existencia. Un recuerdo imborrable en nuestras noches de insomnio, una caricia del viento en nuestras mejillas, una dulce melodía en nuestros oídos y un constante te quiero y te extraño en nuestras vidas.
Madrecita adorada, me trajiste a este mundo rompiendo tus entrañas, bañado en tu sangre bendita, me alimentaste con la dulzura de la leche de tus pechos. Fueron tus manitas santas las que me sirvieron de sostén en la inseguridad de mis primeros pasos. La calidez del timbre de tu voz me enseñaron los Padre Nuestros y Ave Marías… y el abecedario y la tabla de multiplicar, los aprendí contigo, gozando de tu paciencia infinita. Solo nuestro Creador, fue el Maestro que te aventajó en el esfuerzo de tu magisterio en mis años de colegial y tus lágrimas y tus rezos, fueron mis mejores acompañantes, cuando tuve que irme lejos de ti, a buscar una profesión o un modo de vida.
Benditas las Madres del Mundo…, del miserable que no tiene un pan para llevarse a la boca, del que se pudre tras las rejas de una cárcel, del que se muestra risueño y bonachón en los periódicos y en la televisión y de repente olvida quien fue la que lo parió. Del insolente que te mete un carro en las calles de la gran ciudad y recibe un saludo, como alegoría, al canal por donde vino. Del enfermo que llora y siente intensamente tu ausencia y pide desconsoladamente que mitigues sus dolores, porque a ti, es al único ser, que Dios la escucha. Al que te ofende y el que a pedacitos destruye tu corazón entero, al que te prodiga su cariño a raudales y no paga, en toda su existencia, ni siquiera, la ínfima parte de tu amor eterno. A los hijos ingratos, que las condenan en el frio lecho de una cama, con un plato de comida o en la sombría cárcel de un hospicio, donde las técnicas, son sus carceleros y… sus jueces…, los hijos, que las sentenciaron al olvido, para que ya no les puedan molestar con su presencia.
Vacío en el alma, frio en el cuerpo, recorriendo la senda de los recuerdos, vagando por un camino de hojas muertas, que ya no es verde, cargando sus penas y rememorando sus alegrías…, el paso del tiempo les quitó la fuerza, apareció el temblor en sus manos, la sordera, los olvidos, llegó el reuma, vinieron las zapatillas y las medias de lana, las bufandas y los guantes de pana y la vejez se las vino encima y ellas entraron presurosas por una puerta de donde ya no se puede regresar. Se volvieron viejas…, muebles inútiles en el que hacer de todos los días. Aparecieron los anteojos, las pastillas, las dietas y las visitas a los médicos. Se convirtieron en las protagonistas principales en la ceremonia de clausura de lo que alguna vez fue su juventud y llegó la ancianidad, en forma irrefutable y con ella la ingratitud y quizás, los malos tratos.
Admiro a la mujer, porque es el único ser, que aún sin haber sido fecundada, tiene en su corazón un joyel desbordante de ternura. Aquel ser sublime, que entregó su cuerpo y vida entera por el hijo que acunó en su cuna, de ese hijo amado, nacido como símbolo de un amor entrañable o fruto del placer o víctima de un engaño. Admiro a la madre indígena, a la aborigen, a la selvática, que con sus pies descalzos y su vientre desnudo, en las peores circunstancias hicieron el milagro de la maternidad. Admiro a esas mujeres que, tal vez, las engañaron y fueron esterilizadas privándoles del derecho de ser madres. A aquellas damas de blonda cabellera y de lujosos trajes, que tienen la suerte de dar a luz a sus hijos, en los hospitales y las clínicas, bajo los efectos de la anestesia y los sedantes, sin cumplir el mandato de parir a sus vástagos con el dolor de su vientre. A esa mujer que se hizo madre, enteramente por amor, a cambio de nada y en la que ni siquiera medió un juramento y con sacrificio
hicieron de su hijo,… un triunfador. Admiro a la mujer que es madre carnal o madre espiritual, a la que llora y siente y ríe, con el dolor y las alegrías de su hijo amado, salido de su vientre o tomado en adopción, porque en las dos formas, son madres reales.
A todas ellas, admiro y las amo, porque en alguna forma representan a mi madrecita adorada, que vive permanentemente conmigo, es la estrella bendita que me ilumina y me espera en el cielo para volver a cobijarme en su seno y ayudarme a soportar todo el dolor que me agobia y me calcina permanentemente.
Mi saludo a todas las madrecitas del mundo, en mi mamita Rosita adorada, que ahora duermes bajo una roca fría que cubre tu cuerpo. A ti que estás lejos de tus querencias, donde tu Mama Asunta, te extraña, porque ya no te encuentra en sus procesiones y al pasar por el Campo Santo del Señor de la Buena Muerte, no escucha tus ruegos y que desde el cielo me contemplas…, solo en mi camino…, cargando una rosa roja encendida, color de tu sangre, que al terminarse te quitó la vida…, en ti, Madrecita adorada, felicito en su Día, a todas las mujeres hechas “Madres”.
Jorge REINA Noriega
Cirujano Plástico
“AYÚDAME A AYUDAR”
LA ORGANIZACIÓN FAMILIAR FILANTRÓPICA, *SERVICIOS MÉDICOS REYNOR*, NO ES UNA "ONG", LABORA EN LIMA Y PROVINCIAS, REALIZANDO OPERACIONES DE CIRUGÍA PLÁSTICA, A PACIENTES POBRES DE LABIO LEPORINO, FISURA PALATINA, SECUELAS DE QUEMADURAS POR ACCIDENTES Y DE TERRORISMO. AHORA, CON ATENCIÓN DOMICILIARIA DE CURACIONES de ESCARAS Y QUEMADURAS DIVERSAS. 999048355, 5606628, 835*4696, rpm #249421 reynor@terra.com.pe o jorgereinan@gmail.com
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