06 May 2012

PASTILLITA PARA EL ALMA.

HILDITA REVOREDO REINAFARGE
Pastillita para el Alma 11-04-12
Inmenso honor que me asigna inmerecidamente la ASOCIACIÓN DE AUXILIO MUTUOS VIRGEN DE ASUNTA para dirigir unas cuantas frases, en un espacio demasiado corto, para relatar toda una vida pletórica de triunfos de una connotada educadora, la Dra. Hildita Revoredo Reinafarge, nominada
Madre de la Asociación.
Ella nace un 9 de junio en la ciudad de nuestros amores, me resisto a decir el año, porque mujeres como ella, no tienen edad, viven eternamente jóvenes en nuestros corazones y los años no las marchitan,… los dan lozanía, belleza y hermosura que las desparraman y nos contagian su entusiasmo.
Don Arturo y doña Rosaura tuvieron siete hijos, siendo Hildita la sexta, que vinieron a este mundo allá en la calle de El Comercio, frente a la Iglesia de La Merced, al costadito de la casa de las Torrejón, en una casa señorial, de dos pisos, de portada ancha, con corredores amplios y una huerta con el olor a la alfalfa y a la flor de retama, con los que alimentaban veintenas de conejitos de Angora, que eran el entretenimiento de don Arturo.
El terremoto del 28, causa estragos en muchas propiedades y con mucha pena se van a vivir en el jirón ahora Ortiz Arrieta, frente al Mercado y al costado del Palacio del Obispo, en la  casa de su abuelita doña Dolores Torres Monteza. Una regia casona con amplios corredores, con salones en las que se lucían, sus hermana Blanquita en el piano, Antonieta tocando el violín y el señor Prefecto tocando la flauta dulce, en la paz y tranquilidad que regalaban los hermosos jardines con flores y árboles frutales y en cuyos extremos se amarraban las acémilas que traían la leche o la leña de Pucacruz.
Su educación Primaria, lo hace en el Centro Escolar de Mujeres, de la esquina de la Plaza de Armas, ahora Las Palmeras, siendo sus profesoras doña Asuntita Rubio, doña Rita Castro Ramos, quienes desde su tierna edad la inculcan el amor por la educación de los niños. Su secundaria lo realiza en el Colegio San Juan de la Libertad, después de lidiar con sus progenitores, en vista de que en esa época, las señoritas solo eran preparadas para ser madres de familia. Sus compañeros de estudios fueron Baltita Reinafarge,  Miguelito Bardales, el “Bollo” Benzeuville, Panchito Echaíz, Elvita Yomona, Juanita Ordinola, Crucita Echaíz, Teresita Marquina, de los pocos que he podido encontrar, que marcaron una época en las aulas de nuestro Colegio, que en ese tiempo estaba bajo la dirección del señor Reyna Arias y donde brillaban con luz propia profesores de la talla de don Pedro Castilla, en Historia, el Dr. Emilio Benzeuville, en Anatomía, don Felix Castro, en Literatura, don Arturo Zubiate, en Castellano,  don Eleuterio Trigozo, en Matemáticas. Merece especial mención la velada literario musical, bajo la magia de don Felix Castro Chávez, donde presentaron la obra “La Primavera” en la que su hermana Lizet, se lucía como reina, con un vestido largo, una capa de terciopelo y una corona de piedras que deslumbraban, rodeada de hermosas y esbeltas señoritas que hacían de flores como Rosita Mori en el papel de “Margarita”, nuestra Hildita como “Rosa” y un romántico caballero, Anibal, que representaba a los tulipanes, entre otros.
Maravillosos los años de esos tiempos. Brillaban con su majestuosidad y su fastuosidad. Los bailes de Carnaval duraban tres días y las fiestas en las noches eran todo un acontecimiento con personajes sacados de los cuentos con regios disfraces, serpentinas y chisquetes Amor de Pierrot y Amor de Colombina. Como dejar en el olvido las fiestas de sociedad, al mismo encanto de la época virreinal o de los Luises de Francia, que preparaban  elegantes familias, empezando en una casa los bailes a las ocho de la noche, que se llamaban “Primas”  y luego continuaba en otra casa, de las doce hasta el amanecer y se las denominaba “Nonas”. Seguro que en los oídos y en algunas de las viejas paredes que todavía no han sido derruidas, están impregnadas el sonido del acordeón del “montaco” Tello y más sofisticado de, don Panchito Herrera, con su hermano Calixto.
Hildita Revoredo, abandona temporalmente nuestro Chachapoyas, el año 1942 y en Lima ingresa a la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos, sigue la especialidad de Educación y se doctora, presentando una tesis sobre su fundo “El Molino” a orillas del Sonche, camino a Pipus. En San Marcos vive la efervescencia del ambiente político de su juventud. Tiene como compañero al líder estudiantil Carlos Enrique Melgar López, Presidente de la Federación de Estudiantes del Perú y goza escuchándole sus discursos, cuando decía: ”Compañeros, henos aquí una vez más, en el histórico patio de Derecho,  defendiendo una causa justa y con miras a pasar al Panóptico de los héroes”.
Egresada de la universidad, empieza su carrera como docente de aula, en el prestigioso Colegio  San Jorge de Miraflores, por espacio de 10 años, dictando Historia y Geografía.
Vuelve a su ciudad natal, como Fundadora y primera Directora del Colegio Nacional de Mujeres “Las Amazonas” donde ejerce su magisterio en forma excepcional, rodeándose de muchos muy buenos profesores, para lo cual convoca a lo más graneado del magisterio de ese entonces. Cuento como anécdota, que entre los convocados se hallaba nuestro insigne profesor de Matemáticas don Eleuterio Trigozo, una luz que por sí solo brillaba en cualquier firmamento, pero, para su asombro, escuchó decir de labios de la señora Directora, muy suelta de huesos, que todos los convocados, eran automáticamente nombrados,  con excepción de don Eleuterio Trigozo y ante la sorpresa de todos y cuando don Eleuterio ya iba a abandonar la sala, se acercó abrazándole y dándole un beso, le dijo,: “Don Eleuterio, esto es una broma y lo hago por el 6 y el 9 que me puso en Matemáticas, cuando era su alumna en el San Juan”. Todos rieron y don Eleuterio aprendió, que todo se paga en esta vida, inclusive las notas. En Las Amazonas, Hildita Revoredo de Menacho, sacó la primera promoción en 1958, llamada Virgen de Asunta, que marcó todo un acontecimiento social por la elegancia como celebraron su fiesta de despedida del Colegio, todas ellas con vestido largo, sortija y pulsera de oro, señoritas entre los 16 y 17 años, que regalaban su gracia y hermosura, y sobre todo su decencia y donaire, como Mechita Jáuregui, Elita Santillán, Amparito Mendoza, Amelita Domínguez, Elvita Meza, Rosita Portocarrero, Marinita Chumbe, Norita Icochea, Consuelito Merino, Amelita Lacerna, Donatilde Caro, Celinda Jiménez, Olguita Castro, pidiendo  disculpas si es que se me olvida alguna de ellas…, también fue alumna de Hildita Revoredo mi  hermana Dorisita, Anita Monzante, Milagritos Rojas, Haydee Herrera, Amparito Aliaga, Nelita Zubiate, entre otras, que ya fueron de otra promoción.
En 1960 fue nombrada Directora de la Gran Unidad Escolar Inmaculada Concepción de la ciudad de Tumbes, donde trabaja por espacio de diez años  con fecunda labor, para pasar, siempre como Directora  en 1970 al Colegio Nacional Sara A. Bullón de Lambayeque, hasta 1979 en que es trasladada a la ciudad de Lima como Directora del Centro en Conversión Modelo 1 del Distrito de San Luis con una gran población estudiantil de miles de alumnos en las Secciones de Primaria, Secundaria y Nocturna.
En 1985 pasa a la situación de retiro de su labor magisterial con la conciencia de que  cumplió con el mandato divino de enseñar y sembrar en la mente de sus miles de alumnos el respeto a sus semejantes, la unción a la Patria y el amor a D+os sobre todas las cosas.
Señoras y señores, a grandes rasgos he querido hacer un retrato de nuestra Hildita Reinafarge de Menacho en su labor docente y dejar para el último su posición como Madre, porque nuestro Cr+ador lo ha bendecido con su hijo Carlos Enrique, sus 4 nietos y un bisnieto que lo llenan de ternura en este rescoldo del camino que seguirá siendo verde de esperanzas, de amor eterno y de noches largas de recuerdos y juramentos, algunos, sin cumplir.
Hildita Revoredo, los años han pasado y cada 9 de junio me permito llamarte para saludarte y desearte muchos años más de vida. Darte las gracias por ser una más, de las granes figuras que hacen grande a nuestro Amazonas, con su que hacer, sus virtudes, su devoción y amor a la tierra que nos vio nacer, aunque posiblemente, las veces que el destino te vuelve a llevar al Chachapoyas de nuestros amores, ya no están las personas de tus recuerdos, pero, estoy seguro, que cerrando los ojos y pasando por el remedo de la que fue tu casa, te remontarás en el tiempo y volverás a escuchar la melodía de un vals…, oirás el trinar de las guitarras y en un susurro en el tiempo, la voz de Víctor Castilla, cuando decía: “Si cenizas quedan, será un gran recuerdo, de nuestro inmenso amor”. El murmullo del viento rasgará la noche,  las cuerdas de las vihuelas gemirán su ternura y en tu pecho palpitará un corazón que amó, ama y seguirá amando por mucho tiempo más.
Jorge REINA Noriega
“AYÚDAME A AYUDAR”

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