09 October 2013

DEJA QUE LOS MUERTOS ENTIERREN A SUS MUERTOS


DEJA QUE LOS MUERTOS ENTIERREN A SUS MUERTOS Mt 8:22

Pastillita para el Alma 08 octubre – 2013
Esta tarde, en medio de una multitud de gente, que lloraban en silencio el viaje al más allá de un entrañable amigo, colega, paisano y hermano de corazón, sin poder articular palabra, sin poder
expresar con claridad mis sentimientos, pensaba en el Evangelio de Mateo, cuando se refiere a los muertos que pueblan la tierra y a los muertos que viven eternamente en el espíritu, porque muchos de nosotros somos muertos, estando vivos, porque escondemos entre carne, huesos y pellejo, la presencia de D+os en nuestras vidas. Venía como un rayo fugaz a mi mente, las palabras de Santa Teresa de J+sús, cuando dice: Sólo sé que la vida empieza, dónde comienza la muerte y veía perplejo, que el cuerpo del Dr. Eduardo Peláez Bardales regresaba al suelo para convertirse otra vez en polvo, pero su espíritu, que es propiedad de D+os, alzaba vuelo hacia el Cielo para vivir eternamente en nuestros recuerdos.
Dos años y unos meses, han transcurrido, cuando con los corazones contritos, la mente confusa y los ojos empañados por las lágrimas, caminamos este mismo sendero acompañando los restos mortales de un miembro de la Familia Peláez Bardales y ahora, abruptamente, en el mejor de su tiempo, el Cielo egoísta o reclamando a sus joyas más preciadas, nos arrebata de este mundo al Dr. Eduardo Peláez Bardales.
EDUARDO PELAEZ BARDALES, un hombre sin parangón, adornado con todas las cualidades que solo los hombres probos y escogidos, exhiben en esta tierra, un personaje inigualable, de excelsas y admirables virtudes. Difícil y casi imposible de definir en toda su vasta y creativa actividad en el quehacer humano.
Eduardo Peláez Bardales, en su corta vida, ha descollado como pocos, brillando intensamente, por su inteligencia, por su bondad sin límites, por su carisma de saber llegar y entender a la gente, con los que compartió, su amistad y dulzura con la humildad, que solo los genios son capaces de racionar a raudales.
Cientos de personas y por no decir miles, en los lugares más remotos de nuestra agreste Región, conocieron de sus manos abiertas…, ellos son testigos de excepción, lo que su alma generosa repartió, no como dádivas ni con ánimo de menospreciar a nadie, sino entendiendo lo que significa ser pobre, en cosas materiales, pero, ricos, con una gran opulencia espiritual, como son todos nuestros paisanos. Nunca olvidaremos, lo que en un gesto, que no tiene precedentes repartió su sueldo como Congresista entre los pueblos más olvidados de Amazonas, demostrando que no era el amor al dinero lo que le llevó a ocupar una curul en el Congreso, ni tampoco su afán de figuración, sino su entrega total a su magisterio de haber hecho de su vida un evangelio de servicio, que son un ejemplo de comportamiento que solo florecen en las almas de los escogidos, solo comparable, a aquel predestinado, que recibió un sol como sus emolumentos por su trabajo en la Constituyente.
Seguro no habrán palabras que puedan traer consuelo a sus seres queridos. Nadie podrá meterse en el corazón de su amada Rosita, su fiel compañera, y hacerla entender que esta separación solo es temporal y que tú la esperarás eternamente allá en el Cielo. Nadie podrá hacer entender a tus hijos que los hombres grandes como tú nunca mueren, viven por toda la eternidad y crecen con el devenir del tiempo, reconocidos por todos sus actos de bien y por todas sus obras. Nadie podrá disipar el dolor que dejas en tus hermanos y en tus amigos, por tu marcha hacia el Infinito, por tu partida sin retorno, por tu encuentro con D+os, arriba en el cielo, donde no hay odios ni envidias.
Eduardo Peláez Bardales, un enamorado de la vida, un apasionado de su tierra Amazonas, el hombre que avizorando un futuro promisorio para nuestra vasta Región, invirtió en el porvenir de los jóvenes, organizando la Universidad Mario Peláez Bazán…, que siendo médico, no miró al hombre individualmente, sino fue mucho más allá, vio la salud de nuestro Pueblo, creando fuentes de trabajo y de empleo, rescatando la riqueza de nuestra flora y nuestra fauna…, que después de
recorrer todos los confines de nuestra tierra tuvo la seguridad, que Amazonas, es un emporio turístico y que debería ser conocido más allá de nuestras fronteras, por lo que instauró un alojamiento lleno de comodidades para turistas nacionales y extranjeros, sin embargo su alma generosa estaba más allá de los que pueden pagar, por eso en su fundo Achamaqui se dedicó a construir un lugar de recreación para los niños, con jardines, juegos, piscinas y un lago artificial con un zoológico de aves ornamentales.
Para nadie es una sorpresa que en la plaza de armas de la ciudad de Chachapoyas, se luzca bella y señorial la fachada de la catedral que fue construida bajo tu presidencia de PROAMAZONAS, compuesta por un grupo entusiasta de gente nacida y de amigos de Amazonas y es el fiel reflejo de tu entusiasmo, tu voluntad de trabajo y tu capacidad de liderazgo.
Dido, como cariñosamente muchos te llamábamos, nos dejas una gran responsabilidad de continuar tu obra fructífera, en beneficio de los que menos tienen, de seguir ampliando nuestras fronteras, dando a conocer nuestras ingentes riquezas turísticas y trabajar denodadamente, sin aspavientos, sin lucimientos, como tú lo hiciste permanentemente…, va a ser una tarea muy difícil de seguir con la misma intensidad de tu empeño, pero, en todos nosotros estará el compromiso de no desmayar para que tu obra continúe y no se detenga y tu nombre permanezca para siempre.
Amazonas, donde desparramaste amor y bondad a raudales, está sangrando. Llora vivamente tu lejanía. Te extrañaremos intensamente, pero el Destino ha resuelto ampliar el ejercicio de tus actos y de tus obras y te tiene reservado un lugar especial a la diestra de nuestro Creador y con D+os es imposible competir. Él es propietario y recibe el beneficio de tus dones, pero, felizmente nosotros nos quedamos para siempre con la riqueza de tu recuerdo y la grandeza de tus hechos.
Finalmente, mi querido Eduardo, de cara al dolor, pido disculpas, a ti y tus familiares, por no haber podido despedirte allá en el Campo Santo, pero era mucha la pena y la congoja para articular palabras, tenía la garganta convertida en un nudo, con sed y deseo insaciable de tu presencia, sentía el ambiente cuajado de humedad por las lágrimas de tus seres queridos y tus múltiples amigos y argüía y vislumbraba en el silencio de tu tumba, la imposibilidad de despedirte en tu viaje sin retorno.

SEÑOR DOCTOR EDUARDO PELAEZ BARDALES, QUE D+OS LO ACOJA EN SU REINO

Jorge REINA Noriega.
*AYÚDAME A AYUDAR*

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