CHACHAPOYAS DE AYER, EL CHACHAPOYAS DE AHORA
Pastillita para el Alma 06 – 01 – 14
El
 año que fenece y ahora ocupa su sitio en el lugar de los muertos, me 
permitió visitar a mi tierra en dos oportunidades y a diferencia de las 
otras veces, permanecer por un período largo, para darme cuenta, de todo
 el avance económico y de modernismo que ahora  goza.
Ayer en los años de mitad del siglo pasado, vivíamos en ciudades y pueblos que dormían una quietud 
lánguida
 de indiferencia y conformismo. Chachapoyas, si bien es cierto, gozaba 
de una tranquilidad envidiable, pero, sus calles y avenidas, sus pasajes
 y plazuelas, mostraban paredes despintadas, puertas deslucidas, algunas
 de ellas apolilladas, con bisagras y aldabas de fierro, que chirriaban 
al abrirse, techos de paja y de tejas, algunos  con goteras, ausencia o 
poca presencia de unidades motorizadas, con el sharpango del maestro 
Manuel Escurra, el Dodge de don  Lucho Vásquez, o el Ford del Cholo 
Rojas, el carro de la Focet del Chica pierna, todos reparados por el 
maestro Amenero. Las tiendas comerciales mostraban sus andamios y 
mostradores, atiborradas de cosas importadas que traían de Iquitos, 
Tarapoto o directamente de Panamá, estaban ubicados en lugares 
estratégicos, como la de mi viejo, don José David Reina Rojas en la 
plaza de armas, junto al cine Central, lo mismo que de don Manuel Muñoz 
Chacón, de Milenko Voyvodij y Rubén Amiel,  de los hermanos Aliaga, 
Amado, Teodoro y Calixto, de Gumersindo Sánchez y de mi tío Rodolfo 
Ortiz…, por el costado del palacio del obispo, camino al mercado, 
estaban las tiendas de don  José Tulo Chávez, Victiliano Zelada, 
Teobaldo Silva y don Juan Muñoz. Por la calle del Comercio, del señor 
Roberto Matos, de don Gregorio Zumaeta, el sonriente, de don Hipólito 
Bocanegra, de Máximo Chávez, el pocoy,  de Justino Carrascal, mi primo 
Pepe Reina,  de don Gabriel Baella, quien vendía huevos de plomo para 
engañar a las gallinas, de Pedro Gil Merino que lo  traspasó a don 
Antonio Valdez, del señor Rabanal, de don José Chávez Mori y de don 
Tomás Villacrez, a quien siguieron sus hijos Benjita y Julio César. 
Había pocas cantinas y bodegas como de don Celsito Eguren, de doña 
Marcia Vásquez, doña Sarita Angulo, doña Lidia Matos, doña Mechita 
Vigil, de doña Rita Castro y de don Cristhian Mori, donde se vendían 
licores finos como stronger, anis del mono, Oporto del Abuelo, vino 
Casillero del Diablo, whisky en garrafa Caballo Blanco o Gimons, 
sardinas españolas y anchoas. Sin olvidar las tiendas de doña Margarita 
Chocaca en Luya Urco, la Pared Caida, la Escalera y 3 Esquinas, o de la 
mama Cleme en Burgos o de doña Fausta Reyna o del cabo Cabrera en Belén,
 donde vendían cecina y se expendía  chicha de jora y compuestos de 
coca, de naranjita, que con su culebra macerada en aguardiente se 
ofrecía  a los más valientes.
Cuyes y cecina majada de res y de 
chanco, se comía en doña Carolina Burga, por las curvas Carolinas, 
detrás del cementerio, por Shacshe en don Julio Meza, o en el Arbolito 
por la Sapra o en las Pampas de Higos Urco, que sin ser fondas ni 
restaurants, atendían a los clientes al sonido de una vitrola y mientras
 los parroquianos jugaban un partido de Sapo. El único restaurante que 
vendía platos a la carta, era de la Shofi, ubicada en la plaza de armas,
 en los altos de la casa de mi padre, frente al palacio del obispo y 
donde también alquilaba habitaciones…, recuerdo haber visto allí, una 
noche de luna, a la princesita de la canción criolla, Maritza Rodriguez,
 de 10 años, después  que había cantado en el Cine Central que se llevó 
el susto de su vida con un fuerte temblor que sacudió la Fidelísima.
Los
 viajeros se hospedaban en los 2 únicos hoteles, que no eran muy 
cómodos, pero se compensaba con la calidad de atención que daban sus 
propietarios…, uno de ellos era el Hotel Amazonas de don Pedro 
Castañeda  en la plaza de Armas y el hotel Los Andes, en la calle de El 
Comercio,  de don Baltazar Reynafarge, quien lo vendió a don Amado 
Aliaga. Nunca a los forasteros les faltaba alojamiento, porque la 
carencia de hoteles se suplía dando posada en las casas de amigos y 
parientes.
Había 5 boticas, propiedad de don José Santos Vigil, don 
Luis Rojas Hidalgo, de Pedro Villacorta, de don Benjamín Reina, de don 
Hildebrando Villacorta que lo compró al Dr. Ricardo Monzante, el cual 
con el Dr. Humberto Arce Burga fueron los dos únicos odontólogos 
titulados de esa época. 
Los Drs. Buenaventura Burga, Emilio 
Benzeuville, Israel Angulo, nuestro Shanga, Alberto Villacorta el Dedito
 y el Dr. Lino Velarde, médico de la Policía, eran los encargados de 
cuidar la salud de los enfermos y recibir a los niños en su nacimiento. 
El Dr. Linsday y la miss Maryon, eran dos escoceses, residentes en 
Moyobamba, que venían temporalmente a operar hernias, apendicitis, 
hemorroides, a lo que posteriormente se sumó el Dr. Chinchayan y un Dr. 
Ortega.
En esos tiempos, como ahora la Religión oficial era la 
católica, pastoreada por Monseñor Octavio Ortiz Arrieta y curitas como 
el Padre Néstor Hurtado, el Padre Pedro Pablo Reategui del Aguila, el 
Padre Carlos Gates, el Padre Pablo Alvarado, el Padre Marín, el Padre 
Olascoaga, el Padre Knoll, el Padre Isidro, entre otros. Habían pocas 
iglesias entre ellas, la Basílica Catedral, las iglesias de Burgos, de 
Belén, de San Lázaro, de la Buena Muerte, de Santo Domingo, de la Virgen
 de Natividad y las capillas de Tingopampa y Tushpuna y de la Mama 
Asunta, patrona de la ciudad, 
En la esquina de Grau y Ayacucho 
estaba la casa de los Mc Kay, que funcionaba como templo evangélico y 
donde los concurrentes eran extranjeros, con excepción de don Nicolás 
Muñoz, don Alejandro Tuesta y don David Landa, entre los que recuerdo.
La
 gente de esa época eran personas de caminar lento, de mirada tierna y 
sincera, de hablar pausado, con algunas excepciones como el Chachita 
Arturito Díaz Caro, que regresaban de la costa y por lo rápido que 
hablaban, ya no se les entendía.
Nuestros paisanos vestían 
modestamente, pero con elegancia, con excepción de  los domingos a la 
hora de la misa y del rezo del Santo Rosario, en que los caballeros 
lucían saco, chaleco y corbata y leontinas de oro con sombreros 
borsalinos y de paja…, las damas paseaban su hermosura con mantones de 
Manila, blusas de seda y faldas de paño con zapatos de charol, misal y 
rosarios en las manos con velo de organdí, cubriendo sus blondas 
cabelleras, regiamente perfumadas  con colonias y lavandas. 
Chachapoyas,
 era una ciudad muy pequeña, con una población de 3 a 5000 habitantes, 
donde casi todos nos conocíamos. El área urbana estaba claramente 
marcada por 4 jirones paralelos y 10 a 12 jirones transversales  que 
atravesaban los  Barrios de Yance, La Laguna, Santo Domingo y Luya Urco.
 Todas o casi todas las casas tenían sus huertas con cultivos de maíz, 
frijoles, hortalizas, planta frutales de naranjas, higos, plátanos, 
manzanas, membrillos, tara, saucos y moras abundantes.
Ahora la 
ciudad se ha extendido por los 4 costados, con jirones y avenidas con 
semáforos, una gran congestión de automóviles y camionetas 4 x 4, solo 
la parte monumental conserva sus casas de dos pisos, con techos de 
tejas, paredes pintadas de color blanco, con balcones coloniales y 
calles todas pavimentadas. Por los alrededores  hay edificios de 3, 4,  y
 5 pisos, muchos de ellos construidos en remplazo de las casas de adobe,
 tapial o quincha. Antes no teníamos luz eléctrica  y si lo había en los
 últimos años era por horas de 6 de la tarde hasta las 10 de la noche, 
ahora hay luz las 24 horas. Los establecimientos comerciales se han 
multiplicado y los comerciantes ambulantes han invadido la parte 
exterior del mercado de abastos y las calles aledañas. Ya no se observan
 las señoras con su quipe y sus canastas haciendo equilibrio en sus 
cabezas. Ahora hay minimarkets, tiendas de abarrotes, ferreterías, 
artesanías, etc. Antes habían tres escuelas primarias de varones: el 
Centro Escolar  131, la Fiscal y el Seminario…, 3 escuelas de primaria 
para mujeres: el Centro Escolar de Mujeres en la plaza, la Fiscal de 
doña Anita Picón y de Hildita Zubiate, el kindergarten de la madre 
Natita. De secundaria el glorioso colegio San Juan, el Ugarteche y el 
Industrial…, ahora hay  institutos, centros escolares, academias, 
unidades escolares y 4 universidades, una sola nacional y las otras 
particulares y de paga. Hay una gran cantidad de población flotante de 
turistas de diferentes nacionalidades, comerciantes, estudiantes 
universitarios. Recreos campestres con comida y bebidas típicas. Los 
hoteles y los restaurantes se han multiplicado, hay habitaciones muy 
cómodas con agua caliente. Comida diversa de platos típicos y potajes 
internacionales. Dos hospitales,  el del MINSA, el Hospital Virgen de 
Fátima en Burgos y de Es Salud el Hospital Higos Urco, en la plaza de 
armas…,  clínicas con muchos calificados y bien entrenados profesionales
 de todas las especialidades. 
Las cantinas y las discotecas abundan 
en toda la ciudad, con orquestas y animadores profesionales, donde se 
expende gran cantidad de diversos licores y también droga, a veces 
camuflada. Se observa a jóvenes de ambos sexos en las discotecas y 
centros nocturnos, algunos de los cuales, ya entrados en copas, no 
tienen ningún miramiento para ingresar a los hoteles, sin exhibir sus 
documentos de  identidad. Hay una cárcel de alta peligrosidad y dos 
prostíbulos con féminas forasteras y una que otra de la localidad. Es 
común escuchar de asaltos y robos a los transeúntes e inclusive de la 
presencia de sicarios.
Esto es un retrato a vuelo de pájaro de mi 
tierra bendita, que la amé, la amo y la seguiré amando  una eternidad, 
aunque ha cambiado notablemente con el modernismo dando un salto inmenso
 hacia el progreso con un mayor flujo de riqueza y poder económico, 
pero, con una gran pérdida de los valores morales, que debe ser la 
preocupación prioritaria de nuestras autoridades que están a tiempo de 
seguir conservando la paz y la tranquilidad de nuestros pueblos en toda 
la Región Amazonas.
    Jorge REINA Noriega
*AYÚDAME A AYUDAR*
LA ORGANIZACIÓN FAMILIAR FILANTRÓPICA, *SERVICIOS MÉDICOS REYNOR*, NO ES UNA "ONG", LABORA EN LIMA Y PROVINCIAS, REALIZANDO OPERACIONES DE CIRUGÍA PLÁSTICA, A PACIENTES POBRES DE LABIO LEPORINO, FISURA PALATINA, SECUELAS DE QUEMADURAS POR ACCIDENTES Y DE TERRORISMO. AHORA, CON ATENCIÓN DOMICILIARIA DE CURACIONES de ESCARAS Y QUEMADURAS DIVERSAS. 999048355, 5606628, 835*4696, rpm #249421 reynor@terra.com.pe o jorgereinan@gmail.com
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