Jorge Reina
ROMULO AUGUSTO ARAGON PAREDES
Pastillita para el Alma 03 -10 – 14
Es que Augusto, era un hombre excepcional, bueno por donde lo mires. Un gran colega, un gran amigo y mejor hermano.
Nuestro colega y hermano de Promoción, fue un hombre sin parangón, para aquellos que tuvimos la suerte de conocerle de cerca y aún para los que siendo de diferente en el grupo en la Facultad de
Medicina de San Fernando, gozamos de su amistad sin límites y de su sencillez a toda prueba. Fue carismático y polifacético, adornado con todas las cualidades y virtudes que solo los hombres probos, exhiben en la tierra.
Nace en Huaraz y en su tierna edad viene a Lima y termina su secundaria en el glorioso Colegio Guadalupe, ingresando en seguida a San Marcos para estudiar Medicina, recibiéndose en el año 1964 y cuando ya solo le faltaba franquear el último tramo para celebrar nuestras Bodas de Oro Profesionales en la débil barca que le transportaba lleno de su entusiasmo y la alegría de nuestro reencuentro sanfernandino, cae gravemente enfermo y se descubre lo que posiblemente estoicamente cargaba sus síntomas con la finalidad de no preocupar a sus seres queridos y especialmente a su adorada esposa. Después de cuatro meses deja de existir tras una penosa enfermedad, en el que el cuchillo se hundió en su cuerpo y las drogas hicieron poco por mitigar su dolor que estoicamente resistió y no supo de rendiciones hasta el final.
En la vieja casona de San Marcos del Parque Universitario, cuando hacíamos nuestros años de Pre-médicas, tuve la suerte de conocerle, cuando era nuestro Delegado de año y me daba la impresión de ser el brigadier de nuestros años de secundaria, con la diferencia de que mostraba su cordialidad a toda prueba y estaba pendiente de las inquietudes y las necesidades de todos los alumnos.
Fue el sexto Presidente de nuestra Promoción y durante su gestión aumentó en forma notable la camaradería entre los colegas, tanto los residentes en el Perú como de los que venían del extranjero. Se preocupó porque se realicen sesiones académicas y en una demostración de desprendimiento invitó a muchos colegas a visitar el departamento de Ancash, recibiendo y alojándoles en su casa de Yungar, una casa solariega en Huaraz, frente al aeropuerto, derrochando cariño a raudales y marcando emociones que jamás se olvidarán.
Como entender las sorpresas de la vida, nuestro hermano Augusto, un hombre polifacético, un eminente y gran profesional, que laboró ejerciendo su magisterio de médico en Centros de Estudios y Universidades, donde cientos de personas conocieron de sus manos abiertas y de la pureza de sus sentimientos y la blancura de su corazón y posiblemente muchos de los estudiantes, seguirán siendo testigos de excepción y lo recordarán con gratitud, porque su alma generosa repartió, no como dádivas ni sin ningún afán de figuración, sus conocimientos para la recuperación en su salud de jóvenes que son la esperanza y la alegría de sus padres, tal vez porque en lo hondo de su ser llevaba clavado el puñal del dolor que se siente al perder un hijo.
Maíta cuenta de sus experiencias en la Asociación de Artistas Aficionados, cuando ella cantaba y el hacía sus primeros pasos en el teatro donde yendo el tiempo descolló, debutando en la obra Collacocha de Enrique Solari, para luego ser un actor que representaba varias obras y por las cuales tenía que viajar a provincias. En una de sus anécdotas, que lo relata en el Libro de Oro de la Promoción, cuenta su experiencia en una escena de la Pasión de Cristo, donde cae de la cruz, esa cruz con sus brazos abiertos que lo cobijó y quizás lo enseñó lo duro de la vida, pero, habiendo sido dotado de un carácter excepcional de todos ellos supo salir airoso, gracias a su bondad, franqueza, rectitud y humildad.
Seguro que no habrán palabras que podrán traer consuelo a su amada Gladys Elena, a sus hijos, a su querido compadre Marco Antonio y a todos nosotros sus hermanos de la Promoción, porque los hombres grandes como Augusto, no mueren, viven por toda la eternidad y crecen con el recuerdo de sus obras y todos sus actos de bien. He leído que la Universidad Ricardo Palma, donde fue su último trabajo como Jefe del Centro Médico, está perennizando su nombre, creando la Clínica ROMULO AUGUSTO ARAGÓN PAREDES, que es un reconocimiento a su labor fecunda en beneficio de su servicio a la comunidad estudiantil y al público en general.
La muerte nuestra fiel compañera al hacerse presente inicia el juicio de la vida de la persona que nos priva de la tierra y en ti, nuestro hermano Rómulo Augusto Aragón Paredes, nadie recordará algo turbio ni que hiciste derramar una lágrima por algo negativo, mientras estuvimos gozando de tu compañía, solo ahora que vas en tu viaje sin retorno, has hecho brotar en nuestros ojos lágrimas, que las deseamos ocultar, pero es imposible dejar de llorar lamentando tu partida y evocando la bondad de tus recuerdos.
Hasta pronto querido hermano, recibe nuestro postrer adiós y para mi, con el que siempre tuviste la palabra dulce y muchas veces celebrabas mi modo de hablar que no se despega desde que vine de mi tierra, mi mejor apoteosis es el recuerdo del hijo querendón en tu casa de Surquillo, del amor apasionado a tu adorada esposa, el cariño sin par a tus queridos hijos y compadres y a todos los que tuvieron la suerte de estrechar tu mano afable y sincera y estoy seguro que el recuerdo de tus virtudes permanecerá incólume en nuestra mente y nunca se podrá borrar ni por el soplo letal del tiempo ni por la oscuridad tenebrosa del olvido.
“ROMULO AUGUSTO ARAGON PAREDES, NUESTRO QUERIDO COLLACOCHA, DESCANSA EN PAZ*
Jorge REINA Noriega
*AYÚDAME A AYUDAR*
Pastillita para el Alma 03 -10 – 14
Es que Augusto, era un hombre excepcional, bueno por donde lo mires. Un gran colega, un gran amigo y mejor hermano.
Nuestro colega y hermano de Promoción, fue un hombre sin parangón, para aquellos que tuvimos la suerte de conocerle de cerca y aún para los que siendo de diferente en el grupo en la Facultad de
Medicina de San Fernando, gozamos de su amistad sin límites y de su sencillez a toda prueba. Fue carismático y polifacético, adornado con todas las cualidades y virtudes que solo los hombres probos, exhiben en la tierra.
Nace en Huaraz y en su tierna edad viene a Lima y termina su secundaria en el glorioso Colegio Guadalupe, ingresando en seguida a San Marcos para estudiar Medicina, recibiéndose en el año 1964 y cuando ya solo le faltaba franquear el último tramo para celebrar nuestras Bodas de Oro Profesionales en la débil barca que le transportaba lleno de su entusiasmo y la alegría de nuestro reencuentro sanfernandino, cae gravemente enfermo y se descubre lo que posiblemente estoicamente cargaba sus síntomas con la finalidad de no preocupar a sus seres queridos y especialmente a su adorada esposa. Después de cuatro meses deja de existir tras una penosa enfermedad, en el que el cuchillo se hundió en su cuerpo y las drogas hicieron poco por mitigar su dolor que estoicamente resistió y no supo de rendiciones hasta el final.
En la vieja casona de San Marcos del Parque Universitario, cuando hacíamos nuestros años de Pre-médicas, tuve la suerte de conocerle, cuando era nuestro Delegado de año y me daba la impresión de ser el brigadier de nuestros años de secundaria, con la diferencia de que mostraba su cordialidad a toda prueba y estaba pendiente de las inquietudes y las necesidades de todos los alumnos.
Fue el sexto Presidente de nuestra Promoción y durante su gestión aumentó en forma notable la camaradería entre los colegas, tanto los residentes en el Perú como de los que venían del extranjero. Se preocupó porque se realicen sesiones académicas y en una demostración de desprendimiento invitó a muchos colegas a visitar el departamento de Ancash, recibiendo y alojándoles en su casa de Yungar, una casa solariega en Huaraz, frente al aeropuerto, derrochando cariño a raudales y marcando emociones que jamás se olvidarán.
Como entender las sorpresas de la vida, nuestro hermano Augusto, un hombre polifacético, un eminente y gran profesional, que laboró ejerciendo su magisterio de médico en Centros de Estudios y Universidades, donde cientos de personas conocieron de sus manos abiertas y de la pureza de sus sentimientos y la blancura de su corazón y posiblemente muchos de los estudiantes, seguirán siendo testigos de excepción y lo recordarán con gratitud, porque su alma generosa repartió, no como dádivas ni sin ningún afán de figuración, sus conocimientos para la recuperación en su salud de jóvenes que son la esperanza y la alegría de sus padres, tal vez porque en lo hondo de su ser llevaba clavado el puñal del dolor que se siente al perder un hijo.
Maíta cuenta de sus experiencias en la Asociación de Artistas Aficionados, cuando ella cantaba y el hacía sus primeros pasos en el teatro donde yendo el tiempo descolló, debutando en la obra Collacocha de Enrique Solari, para luego ser un actor que representaba varias obras y por las cuales tenía que viajar a provincias. En una de sus anécdotas, que lo relata en el Libro de Oro de la Promoción, cuenta su experiencia en una escena de la Pasión de Cristo, donde cae de la cruz, esa cruz con sus brazos abiertos que lo cobijó y quizás lo enseñó lo duro de la vida, pero, habiendo sido dotado de un carácter excepcional de todos ellos supo salir airoso, gracias a su bondad, franqueza, rectitud y humildad.
Seguro que no habrán palabras que podrán traer consuelo a su amada Gladys Elena, a sus hijos, a su querido compadre Marco Antonio y a todos nosotros sus hermanos de la Promoción, porque los hombres grandes como Augusto, no mueren, viven por toda la eternidad y crecen con el recuerdo de sus obras y todos sus actos de bien. He leído que la Universidad Ricardo Palma, donde fue su último trabajo como Jefe del Centro Médico, está perennizando su nombre, creando la Clínica ROMULO AUGUSTO ARAGÓN PAREDES, que es un reconocimiento a su labor fecunda en beneficio de su servicio a la comunidad estudiantil y al público en general.
La muerte nuestra fiel compañera al hacerse presente inicia el juicio de la vida de la persona que nos priva de la tierra y en ti, nuestro hermano Rómulo Augusto Aragón Paredes, nadie recordará algo turbio ni que hiciste derramar una lágrima por algo negativo, mientras estuvimos gozando de tu compañía, solo ahora que vas en tu viaje sin retorno, has hecho brotar en nuestros ojos lágrimas, que las deseamos ocultar, pero es imposible dejar de llorar lamentando tu partida y evocando la bondad de tus recuerdos.
Hasta pronto querido hermano, recibe nuestro postrer adiós y para mi, con el que siempre tuviste la palabra dulce y muchas veces celebrabas mi modo de hablar que no se despega desde que vine de mi tierra, mi mejor apoteosis es el recuerdo del hijo querendón en tu casa de Surquillo, del amor apasionado a tu adorada esposa, el cariño sin par a tus queridos hijos y compadres y a todos los que tuvieron la suerte de estrechar tu mano afable y sincera y estoy seguro que el recuerdo de tus virtudes permanecerá incólume en nuestra mente y nunca se podrá borrar ni por el soplo letal del tiempo ni por la oscuridad tenebrosa del olvido.
“ROMULO AUGUSTO ARAGON PAREDES, NUESTRO QUERIDO COLLACOCHA, DESCANSA EN PAZ*
Jorge REINA Noriega
*AYÚDAME A AYUDAR*
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